domingo, 24 de enero de 2010

Da Haití de qué hablar... mal


El tema de Haití ha dado mucho de qué hablar…

Escuchaba el otro día la radio. Una estación grupera –soy muy variado en mis gustos- de la localidad, que pertenece a una empresa regiomontana. El locutor, que con su voz seduce a las féminas –en su mayoría del sector maquilador, empleadas domésticas, trabajadoras de alguna tienda “del centro”, precoces adolescentes e incluso, amas de casa que, ante sus carencias emotivas, filtrean anónimamente con el “comunicador”- entrevistaba a un compañero suyo del área de televisión, titular de un noticiario.

La charla versaba sobre los trágicos acontecimientos que devastaron la capital haitiana y sobre la ayuda humanitaria mundial, a la que se han unido –convocando- los medios de comunicación. Ambos, hacían alusión a que tragedia similar vivió la nación mexicana a mediados de la década de los 80´s del siglo pasado, pero no lograban ponerse de acuerdo sobre el año en que ocurrió en nuestro país aquel terremoto que dejó una herida profunda en los habitantes de “la ciudad de los palacios”.

El locutor dijo que aquel gran terremoto en México había sido… ¡en 1986! A lo que obviamente, el presentador de noticias, con todo ese cúmulo de experiencia que lo caracteriza, para estar cada noche frente a las cámaras de televisión, realizando eficazmente su labor de informar sobre los hechos más relevantes suscitados en nuestra ciudad y la región, corrigió diciendo que tal suceso fue… ¡en 1980 ó 1984!

“¡Fue en 1985!” se escuchó una voz al fondo, fuera del micrófono. Sería el operador de consola, alguien del área de ventas o un administrativo, que se encontraba en cabina en ese momento; pero definitivamente, que era una persona más informada que el par de pseudocomunicadores… aunque ellos se autonombren flamantemente “comunicólogos”… pero si no saben el año de una tragedia similar a la del tópico que están tratando AL AIRE, no creo que conozcan la diferencia que existe entre un COMUNICADOR y un COMUNICÓLOGO… Señores, ¡mínimo consulten Wikipedia!

¡Y eso no es todo!

Yo quisiera realizar un público reclamo a mis maestros de primaria, que en la clase de Ciencias Naturales, cuando veíamos el tema de Geografía, no me dijeron que Haití era… ¡un país de Centroamérica! Tal como el escandaloso locutor grupero señaló en esa ocasión que “Haití era la nación más pobre de Centroamérica”.

Ante tanta sarta de estupideces y recordando que hace una semana, un nuevo “reportero” debutó en el noticiario que encabeza el aberrante conductor de noticias del que les comento y que, novel al fin y con la única experiencia que le han dado las cajas registradoras en las tiendas donde ha trabajado, cometió el primer error en sus pininos como “nuevo comunicador”, a lo que el titular de la emisión lo disculpara diciendo que “se sacó de onda, porque no está familiarizado con estos rollos…”, decidí mejor cambiar de estación, tomar el volante y tranquilizarme, pues iba del trabajo a casa… no fuera a darme un infarto y chocar... entonces sí, ¡horror la noticia del accidente en boca de alguno de estos... dignos representantes del mundo de la radio y la televisión locales!

Entonces, entendí que hay personas mejor preparadas que esperan -buscan, tocan puertas, acuden, se preparan- una oportunidad en el mundo de la comunicación, pero no siempre les favorece la toma de decisión de sus superiores, obteniendo, la mayor de las ocasiones, este privilegio gente improvisada, sin experiencia y que adolece del conocimiento para desempeñar la función de informar, formar y entretener.

Es responsabilidad del estudiante, realizar un mejor papel en su preparación académica para que posteriormente, en su ejercicio profesional, realice un desempeño de excelencia que dignifique la tarea del comunicador, y, por otra parte, es obligación de quienes tienen la oportunidad de ser líderes de opinión, a través de un medio impreso o electrónico, de actualizarse constantemente y no “sacarse de onda, porque no están familiarizados con estos rollos…”, porque definitivamente les han conferido, sin saberlo, una gran responsabilidad.

Y es que Dios, a veces, sí les da perlas a los cerdos…

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