jueves, 14 de enero de 2010

ESCRIBIR UN LIBRO...



Reza la conseja popular, que todo hombre en esta vida debe plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Y aunque las tres palmas, herencia de mi madre, ya han perdido su verde lozanía y su seca esbeltez fue adornada con algunas ramas artificiales cubiertas de pedrería, como parte de la ambientación durante la pasada época navideña, y mis dos hijas, una amorosa cocker, de nombre Daisy y otra, Frida, una inquieta labrador, ya emprendieron su camino hacia el “cielo de los perros”, como escribiera Manuel Benítez Carrasco en uno de sus poemas, no me cierro al tercer decreto de la famosa frase y me ha inquietado la idea de escribir un libro.

En definitiva, no autobiográfico. Sería tal vez demasiado audaz de mi parte desnudar en un texto personal, episodios de mi vida, que en algunos casos ha sido bastante escandalosa y polémica –yo diría, absurda y cabaretera- y no me interesa alimentar aún más el morbo de los escasos lectores que podrían interesarse en el libro, en su mayoría, amistades que conocen ya todo de mí, pues mi vida es “un libro abierto donde mucha gente ha escrito” (léase cantado, como Paquita, la del barrio).

¿Autobiográfico? No. Descartado. Ni he estado entre la gloria y el infierno, ni soy un volcán apagado, para escribir un libro de mi vida. Eso se los dejo a los artistas con una carrera agonizante, que buscan reivindicar su ya escasa reputación entre los resquicios de una bastante accidentada solvencia moral.

Una de mis grandes pasiones es el periodismo.

Trece años en una casa editora me permitieron desarrollarme en diferentes ámbitos. Cubrí desde los funerales de un clavadista olímpico hasta elegantes nupcias; entrevisté a los cantantes de moda y grupos musicales “de plástico” hasta destacados concertistas; fui al pueblo y platiqué con él sobre sus carencias; conocí la frivolidad de los jóvenes, así como la entrega desinteresada y la falsedad en otros casos, de las integrantes de los clubes de servicio.

Pero fue en el área de Cultura, donde logré una realización personal, en donde me sentí pleno como profesional en la Comunicación.

Este ambiente, me permitió conocer a los protagonistas del movimiento artístico de mi ciudad, de esta querida tierra regada día a día por las aguas del Bravo y paradójicamente, para algunos, tan seca de riqueza cultural. Falsa aseveración para quien ha vivido de cerca esta realidad, siendo parte de ella. Sí hay y mucha riqueza cultural. Yo fui parte de esa fascinante actividad artística, pues mientras ya pertenecía -desde antes de mi ingreso al diario- a un ballet folklórico, olvidé mi ética periodística y al ampliar mis horizontes culturales durante el ejercicio de mi desarrollo profesional, me integré a un grupo de teatro, fui parte de un estudio de danza y acepté la invitación para participar como declamador en un grupo de poesía.

Entrevistas, sesiones fotográficas, cobertura de eventos, fueron parte de ese acercamiento personal con los creadores artísticos. Vinieron festivales importantes, como el de la Fundación de Reynosa, el Lomas de San Antonio, el de la Conmemoración del Traslado de la Villa, el Festival de la Frontera y uno de los más importantes, el Festival Internacional Tamaulipas.

Muchos artistas y agrupaciones de talla internacional en las más variadas vertientes del arte: El tenor Fernando de la Mora, la pianista polaca Nina Drath, el Ballet Nacional de Cuba, los Solistas del Ballet Bolshoi, el Ballet Folklórico de China, la Compañía Nacional de Teatro, la Orquesta Sinfónica de El Cairo, Teatro Negro Lumeko de Praga … la lista sería interminable. Han sido tantos.

Pero siempre eran una constante los de aquí, los nuestros. Aquellos que con su esfuerzo y dedicación, tienen el anhelo incesante de obtener un sitio especial en la esfera local del arte y con ello, trascender más allá de nuestro propio espacio limítrofe. Quiero escribir sobre ellos. Compendiar todas esas entrevistas, los artículos publicados, los reportajes, mencionar sus logros, hablar de sus proyectos, relatar su historia.

Dijeron mucho en su momento. Tienen mucho qué decir todavía. No hay quien sea portavoz de todo ese cúmulo de talento, por lo menos en la prensa escrita. Dos periodistas argentinos, que han viajado por el mundo, también abandonaron el diario. Yo era otra persona que amaba con vehemencia el periodismo cultural. Sigue siendo mi gran pasión.

Hoy la quiero compartir… Escribiré un libro.

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