domingo, 2 de mayo de 2010

ELLA MEZTLI... ELLA LUNA



Éste es un mito ficticio que redacté como hoja de sala para la presentación del nuevo trabajo del fotógrafo homero mARTin, que bajo el título "ELLA MEZTLI... ELLA LUNA" será expuesta a partir del viernes 7 de mayo de 2010, a las 7:00 de la tarde, en el Museo Histórico Reynosa.

La colección es un compendio de imágenes del novel artista de la lente de Reynosa, captadas en la zona arqueológica de Teotihuacán, en donde Paola Rodríguez Cruz, fungió como modelo en los principales puntos de este centro ceremonial, como la Ciudadela, el Templo de Quetzalcóatl, la Calzada de los Muertos y la Pirámide del Sol.

Del mismo modo, Homero Martín Martínez Ramírez realizó algunas tomas fotográficas en Reynosa, en el antiguo sitio del Lago Orizatlán, en donde el complejo de estatuas realizadas por don Catarino Hernández, son mudos testigos del crecimiento de esta ciudad.









ELLA MEZTLI... ELLA LUNA

Se asoma tímida al caer la tarde, entre las nubes y el viento, en la paciente espera de enseñorear la noche y ser la dueña del cielo, mientras su esposo, la otra mitad de esa cosmogonía ancestral, se retira, para ser orgulloso testigo del dominio de Ella.

Su cortejo de estrellas la acompañan y en el manto obscuro, se alza blanca y resplandeciente, iluminando la negrura del mundo, llenando de esperanza a los hombres que anhelan sosiego.

Ella es Meztli… la luna…

Su divina potestad se corporeiza y mortal, desciende a la tierra. Y ahí, donde todo hombre se convierte en dios, rinde tributo a su marido Tonatiuh, ante su imponente presencia de piedra en talud.

Se escucha el susurro del viento como notas de caracoles y Meztli avanza senderos ya conocidos, el camino de la Muerte, el tránsito hacia el Mictlán, pero no es ella quien se ofrece, va de regreso por esa calzada, entre las ruinas de las casas que fueron parte del esplendor teotihuacano y va hacia allá, a donde sabios y gobernante se congregaban.

Serena, avanza; discreta, cubre su cabeza con la pureza de su manto, para su encuentro infiel con Quetzalcóatl.

Ahí está…

Ella… Meztli
Ella… Luna

ansiosa de verlo nuevamente, apurando el paso entre los edificios de la Ciudadela y frente a su templo decorado con cabezas de serpiente y plumas, inicia la agónica espera del equinoccio amoroso que haga descender a su amante.

Se entrega en la noche que Ella domina, cuando su esposo no está, pero Él, todo lo observa, pues es el centro del tiempo y cuando todo pasa y vuelve con sus rayos a iluminar el mundo, la llama a su presencia para castigarla.

Ella, suplica… Meztli, implora

Y un haz de luz atraviesa su cuerpo mortal de diosa.

Sujeta fuertemente entre sus manos, una parte de su amante y se entrega al sueño eterno y en brazos de Mictlantecutli se abandona, pero antes de partir para siempre, llena con el rojo de su sangre el cielo, después de terminar el día y antes de caer la noche, para recordar al mundo que su infidelidad fue el mejor instante que le pudieron permitir haber vivido los dioses al convertirse en mujer…

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